La mayoría de los inmigrantes, además de tener ansias de progreso y buscar países en el mundo con más equidad y justicia que los suyos, estuvo imbuida por una gran fe en Dios, y cumplieron el mandato de Jesús dado a sus discípulos antes de la Ascensión a los Cielos, “Vayan, instruyan a las naciones bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”. Así lo creyeron y así lo hicieron.

Las corrientes evangelizadoras que llegaron a esta parte del Chaco, provenían especialmente de Santa Fe, y fue misión de los franciscanos del Colegio Apostólico y Convento de San Carlos en San Lorenzo junto al Paraná, avanzar por el norte santafesino para penetrar en el Gran Chaco. Con el arrivo desde Italia el 2 de marzo de 1861 de 25 religiosos franciscanos destinados a la obra de Propaganda Fide, entre los que se contaban Gabriel Grotti y Augusto Bertacca, destinados a la colonización espiritual en las fronteras chaqueñas de Salta y Paraná, se inicia una serie de reducciones y misiones, destinadas a evangelizar al indígena y hacer conocer la palabra de Dios a todo habitante del desierto verde.

Así surgieron durante el siglo pasado las reducciones santafesinas de San Javier; Santa Rosa de Calchines; San Martín Norte o Dolores; La Purísima Concepción de Reconquista; San Jerónimo del Sauce y San Antonio de Obligado.

Ya en el S. XX, y en Formosa, se asientan 3 reducciones: Nueva Pompeya con Fray Bernabé Tambolleo (1900), proveniente del Colegio Apostólico de Salta; San Francisco Solano de Tacaaglé, que perteneció al Colegio de Corrientes conducida por Fray Terencio Marcucci (1901) y San Francisco de Asís de Laishí (1901) con Fray Pedro Iturralde, del Colegio de San Carlos.

Al crearse el 15 de febrero de 1897 el Obispado de Santa Fe por la bula “In Petri Cathedra” del Papa León XIII, pasaron a depender del mismo las jurisdicciones eclesiásticas de Chaco y Formosa.

La contribución de los seglares a la obra evangelizadora tuvo singular importancia en este apostolado, gravitando de manera tal que, de no contar con estos aportes, la buena nueva hubiera demorado muchos años en llegar. Tal es el ejemplo de Esteban Rams y Rubert por su obra misionera en la región del Salado. Este activo español radicado en Paraná, acometió la empresa el 26 de enero de 1857 remontando el Río Salado desde Santa Fe hasta Monte Aguará, acompañado por Fray Silvestre Tropini para la evangelización de los mocovíes diseminados en la zona. Habían conseguido el bautismo de muchos indios, pero Tropini debió regresar y en su lugar llegó en persona en el mismo año el Prefecto de Misiones Fray Constancio Ferrero que fundó la reducción San Francisco Solano en la antigua estancia de Baltasar Echagüe a 20 leguas de Santa Fe. El 18 de noviembre de 1858 el saqueo y destrucción puso fin a la reducción, no obstante, el incansable Rams y Rubert siguió pidiendo por misioneros recordando en las notas sus repetidas exploraciones del Chaco y el Salado, y sobre lo que se debía evangelizar escribía: “Sus ideas religiosas son las que la tradición de sus antepasados ha traído hasta ellos, pero confundidas y oscurecidas por la superstición”. La insistencia de Rams contribuyó para que Fray Adriano Casalis, viajara a Europa y trajera consigo los 25 “buenos jóvenes religiosos seráficos” mencionados anteriormente que en marzo de 1861 llegaban a San Lorenzo.

Santa Catalina de Siena

La primera devoción de Las Breñas fue la de Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia Católica, copatrona de Italia con San Francisco de Asís, patrona de la ciudad de Roma y protectora del pontificado, traída desde Italia por Catalina Agoni de Sequenzia, esposa de Juan Sequenzia, inmigrantes italianos oriundos de la ciudad de Brescia, que llegaron primeramente a Carcarañá, Santa Fe en 1919 y, desde allí, en 1920 se radicaron en un campo a 11 km de la estación del ferrocarril (F.C.C.N.A.) del kilómetro 725 que en el año siguiente quedaría en la Colonia Agrícola General Necochea. El matrimonio Sequenzia Agoni y sus 4 hijos, Pedro, Lucía, Fioravanti y Santiago, llegaron al puerto de Buenos Aires en el vapor Siena embarcados en Génova. En nuestro país nacerán sus otros 6 hijos, Rosa, Higinio, Juan, Ángel, Luis y Asunción de María, Catalina Agoni, cada vez que amamantaba en Italia a sus hijos también lo hacía con bebés de pecho del Orfanato de Brescia que habían sido abandonados por sus madres, la mayoría de las veces en las puertas del mismo asilo de huérfanos o de las distintas iglesias de la Leonessa d’Italia como también se la conoce a esta ciudad de la región de Lombardía.

En el que sería el lote 104, sección IV de la colonia General Necochea, el 29 de abril de 1921, día de la Santa, a pocos metros de la precaria vivienda, inauguraron una pequeña capilla construida con mucho esfuerzo por Juan Sequenzia que era albañil, con la ayuda de Juan Victoriano Brillada y su esposa Margarita Giordano. Brillada, que fue el primer ladrillero, le donó en aquel año 1.000 ladrillos con los que se levantó la capilla entronizándose una imagen de la santa de Siena, traída desde Italia, convirtiéndose en un centro de reunión y oración de la amplia zona rural donde todos los días doña Catalina Agoni rezaba el santo rosario en latín, además de imponer las manos a los enfermos que les eran llevados para aliviar los dolores mediante esta práctica y la oración, cuando en Las Breñas todavía no había médico, sólo un boticario.

Después de algunos años, los esposos Sequenzia, decidieron regresar a Carcarañá y las prácticas piadosas devocionales dejadas por doña Catalina se fueron olvidando, la capilla fue descuidada y prácticamente abandonada; hasta que una inundación la dejó en ruinas, desapareciendo incluso la imagen de Santa Catalina, proveniente de Brescia.

La devoción será rehabilitada, después de casi 70 años, en 1996 cuando por iniciativa de dos nietas de Catalina Agoni, Catalina Rosa Nuty Sequenzia y Martha Sequenzia de Melnik, construyeron el templete a la entrada de la chacra sobre la ruta 6 a metros de donde estuvo la construcción original, albergando la nueva imagen de Santa Catalina.